viernes, 14 de octubre de 2016

El testamento de don Felipe

 Por el gran respeto que tenía la gente de Ziragoya a don Felipe Caldero, decidieron cumplir su última voluntad, escrita de puño y letra y guardada en un cofre que no debería abrirse hasta después de su muerte. La esperanza de todos era recibir algo de su fortuna.
 Don Felipe fue enterrado, conforme a su petición, debajo de una estructura fortificada, imposible de superar por cualquier profano. Ya todos estaban autorizados a leer su testamento y el mismo decía: “Gracias por dejarme reposar en aquel lugar. Lamento que sea un poco difícil retirar el diamante que llevaba siempre en mis bolsillos. Es para el primero que lo venga a buscar”.

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