viernes, 7 de octubre de 2016

Amores y odios líquidos

 Cuando trabajaba en la fábrica de bebidas allá por 2012, operaba a diario un montacargas y tenía la tarea de acomodar los packs de agua mineral. La consideraba la tarea menos tediosa de todas en la planta.
 Una tarde en que me quedé para hacer horas extra, estaba manejando el vehículo para llevar un lote bastante grande hasta una de las góndolas y no vi en qué momento el dueño del lugar se puso del otro lado. Se me descontroló el sampi y volteé una de las repisas de hierro, que mató al jefe e hirió a dos encargados. Por suerte, a las botellas no les pasó nada.

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