Damián no estaba nada conforme con su nuevo trabajo. Como ex-militar, se
sentía humillado por sus compañeros de oficina, quienes se burlaban por su
actitud correcta e introvertida. Por desgracia, su rendimiento laboral no fue
suficiente para el jefe, y este le pidió la renuncia para las próximas 24
horas.
Al otro día, el desempleado se
encargó de tomar todas sus pertenencias del área de administración, mientras
que sus –ahora – ex-colegas entonaban cánticos crueles y burlescos. Damián
terminó las tareas y se marchó a su casa, no sin antes instalar un explosivo
que se activaría en cuanto alguien se sirviera agua del dispenser.
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