lunes, 26 de septiembre de 2016

101 días de perdón

 Gladys caminaba por la peatonal mientras pensaba en los trámites que debía realizar en el banco. De repente, fue empujada por un ladrón que le sustrajo la cartera y se dio a la fuga. Pero lejos de paralizarse o pedir ayuda, la señora lo persiguió con todas las fuerzas, que se le iban acabando conforme pasaba el tiempo. Ella se sorprendió al ver, de lejos, que alguien tumbó al ladrón y comenzó a golpearlo. Se acercó hasta el lugar y notó que la persona que atacó al delincuente tenía el bolso en sus manos, así que le dirigió unas palabras de gratitud: “Joven, no sé cómo agradecerle. ¡Recuperó mi bolso y me salvó la vida!”. Pero el hombre fue claro: “Gracias a usted, señora. Pero dígale a este chorro de cuarta que acá el territorio es mío”.

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