Por la noche, todo es distinto. O tal vez sea igual, pero hay algo que a esa hora sale a mostrar ciertas cosas y a esconder otras. Cosas raras, únicas, impensadas, o de todos los días.
lunes, 26 de septiembre de 2016
Celeste
En una ciudad cuyo nombre no importa, existía o existe una agencia de trabajo llamada Desprodia, conocida gracias a su abundante y nociva publicidad.
Celeste Martino, una chica de 18 años, envió su currículum a esta entidad por correo electrónico, pues no había direcciones físicas en la página web. Su anhelo era estudiar psicología y trabajar al mismo tiempo para no significar una carga económica a sus padres. Grande fue su ilusión cuando la citaron, por teléfono, a una entrevista en las oficinas de Desprodia.
Pero la ciudad amaneció exaltada y gris, porque observó en varias de sus paredes, manchadas con algo que parecía ser sangre, fotocopias del currículum de una joven que nunca apareció.
101 días de perdón
Gladys caminaba por la peatonal mientras pensaba en los trámites que debía realizar en el banco. De repente, fue empujada por un ladrón que le sustrajo la cartera y se dio a la fuga. Pero lejos de paralizarse o pedir ayuda, la señora lo persiguió con todas las fuerzas, que se le iban acabando conforme pasaba el tiempo.
Ella se sorprendió al ver, de lejos, que alguien tumbó al ladrón y comenzó a golpearlo. Se acercó hasta el lugar y notó que la persona que atacó al delincuente tenía el bolso en sus manos, así que le dirigió unas palabras de gratitud: “Joven, no sé cómo agradecerle. ¡Recuperó mi bolso y me salvó la vida!”. Pero el hombre fue claro: “Gracias a usted, señora. Pero dígale a este chorro de cuarta que acá el territorio es mío”.
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