domingo, 13 de noviembre de 2016

Charla sin sentido

 Colgada del techo, una lamparita sucia; alrededor, paredes amarillentas; en una silla, un milico amenazante que fuma como una chimenea; en otra, él. Y el policía lo mira.
 “¿Estuviste ahí, sí o no?” le cuestiona. “Hablá o sos boleta”, le advierte. Él permanece serio y callado y solo se anima a mirarlo de vez en cuando, con mucho miedo. “Mirá que tus hermanos están más complicados, eh…” avisa el interrogador.
 Pero después de tanta presión, el milico consigue una respuesta: “Soy sordo, disculpe”, dice él.

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