domingo, 31 de diciembre de 2017

Profecía



 Inspirado en una leyenda ancestral, un pueblo devastado por una larga sequía se dirigó a una montaña cuyo nombre indígena significaba “rocío”. El propósito de las personas era conseguir una abundante lluvia como la que debía caer cada cien años, según las profecías.
 Todos, desde niños hasta ancianos, se congregaron en la cima y el líder de la comunidad pronunció unas palabras de petición. Después de diez minutos de larga espera, el cielo se nubló y los truenos estremecieron a toda la región. De las alturas cayeron miles de billetes de cien dólares.

domingo, 3 de diciembre de 2017

N/N



 Nadie en el pueblo de San Filipo conocía al joven Andrés Martínez Rivero, que acababa de llegar para instalarse allí. De gran altura, aspecto tímido y bonachón, se fue ganando la confianza de los sanfilipenses gracias a la cordialidad de la que hacía gala cuando se cruzaba a alguien por las polvorientas calles.
 Martínez Rivero no tenía familiares cerca del pueblo ni historias demasiado interesantes para contar, pero la gente llegó a considerarlo uno más al cabo de tres meses, cuando cumplió 86 días como empleado en el Aserradero Viamonte.
 Cierto día, durante las fiestas patronales, casi todo San Filipo acompañó a la procesión que encabezó el obispo y luego se dedicó a festejar en la plaza central con costillar, lechón y vino autóctono, solo para volver a sus casas y notar que estaban vacías. Nadie supo jamás quién era ni a dónde fue a parar Andrés Martínez Rivero.