Carla atosigaba permanentemente a su
novio Raúl con la pregunta de si arriesgaría su vida por ella en una situación
extrema. Él siempre respondía que lo haría las veces que fuera necesario.
Durante su luna de miel, el flamante
matrimonio tomaba sol en las orillas de un yate alquilado hasta que un enorme
tiburón golpeó el barco y arrojó a Carla al mar. Raúl no dudo un segundo en
tirarse y logró ayudarla a subir nuevamente. Pero mientras él seguía en el
agua, ella se puso al volante del vehículo y escapó sin su esposo. Pensó que la
hazaña no estaría completa sin que una vida se perdiera en el océano.
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